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ARTÍCULO DE PORTADA: “Una cosa es con guitarra, y la otra con violín… ¿o con güira?”

Por Patricia Arache @patriciarache Sobre la necesidad de la reforma fiscal en el país siempre se ha hablado mucho, aunque no lo suficiente como para que...
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Sensatez política

El acontecer político dominicano entra desde este momento en  una fase progresiva  de agitación política partidaria como nunca antes.

A partir de ahora a lo interno de los partidos y organizaciones políticas tradicionales  comenzarán a verse con más intensidad  los aprestos, movimientos y actividades internas, a los fines de definir sus estrategias  de cara al nuevo torneo electoral que se avecina.

Planteado esto entonces, la  sociedad dominicana debe irse preparando para ver y escuchar desde los partidos políticos todo género de cosas, desde infamias hasta irracionalidades.

De igual manera, escuchar discursos orientados a desacreditar a los árbitros e instancias que tienen que ver con la organización y el arbitraje de las  próximas  elecciones del 20 de mayo del 2020.

Es cierto que son unas elecciones complejas, que son miles de cargos electivos que estarán en disputa, y que por consiguiente, son muchos y diversos los intereses que estarán dispuestos hacer lo que sea con el propósito de imponerse o imponer los suyos.

Ahora bien, se hace oportuno recordarle a todos los actores y sectores políticos que de una u otra manera tendrán participación en el referido proceso, que deben mantener la calma, la sensatez política e inteligencia emocional suficiente para que todo se lleve bien.

En este momento de tantas amenazas y presiones internacionales, no hace falta provocar o incorporar  un ingrediente que pueda dar al traste con el  avance y el progreso que ha venido   experimentando el país en los últimos decenios.

De manera que, es menester, saber  y comprender que luego de las elecciones del 20 de mayo 2020 el país tendrá que seguir  marchando y que por más que se quiera no va a colapsar la nave de febrero.

Cada quien que haga sus actividades y se mueva de manera normal, eso sí,  sin desconocer desde luego el debido proceso y las reglas que impone la democracia. Más nada.