Es lamentable que cada día que pasa en la República Dominica el debate nacional sé esté reduciendo a temas insustanciales, discusiones bizantinas y polémicas estériles, que en nada contribuyen al desarrollo nacional.
La sociedad dominicana, es lamentable decirlo, se viene gastando un colectivo de actores sociales y políticos que su único interés, al parecer, es promover discusiones y debates de rango menor y de medianía. Sabrá Dios porqué.
Esto lo digo, porque como es posible que en una media isla tropical con tantas carencias y una deuda social tan grande acumulada, sus principales actores estén priorizando temas que en nada impactan en el bienestar de los dominicanos y dominicanas.
Por ejemplo, en que aporta al desarrollo nacional si fue acertada o no la decisión de la Asociación de Cronista de Arte (ACROARTE) de entregar el Gran Soberano al bachatero Anthony Santos.
En que beneficia al avance de la República Dominicana el debate sobre -si es cierto o no – que el género musical urbano ha desplazado de plano a los demás ritmos tropicales que se promueven en la industria del espectáculo dominicano.
Qué importancia tiene para el progreso del pueblo dominicano los pronunciamientos de la diputada Lucia Medina, a través de un audio, amenazando empleados públicos sino apoyan una eventual repostulación del actual mandatario de la nación.
Qué problema le resuelve al país la polémica personal que vienen escenificando el procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez; y magistrada de la Suprema Corte de Justicia, Mirian Germán Brito.
Qué aporta a este pueblo que el aspirante a la presidencia por el Partido de la Liberación Dominicana, Francisco Domínguez Brito, incendie una gorra con los símbolos peledeístas y los ponga a circular en las redes sociales.
Dejémonos de pamplinas y superficialidades que no es sano para el país seguir reduciendo y degradando el debate nacional a niveles tan deprimente, es menester, pues, acelerar a la mayor brevedad posible los cambios que viene experimentando la República Dominicana. ¡Hay que elevar el debate!