Todo el esfuerzo de planificación de décadas que han venido realizando de manera sistemática y estratégica el Estado y el sector privado para lograr posicionar a la República Dominicana como uno de los mejores y más seguros destino turístico del mundo hay que mantenerlo a sangre y fuego.
Esto lo digo a propósito de las permanentes noticias negativas y perversas que se han puesto a circular por distintas partes del mundo con una intencionalidad manifiesta de generar trastornos a la industria turística criolla.
No es casualidad y tiene que llamar la atención hasta de la persona más estúpida de este país, los sucesivos casos de agresión, muertes y de otra naturaleza que se han puesto a circular por todo el mundo procedentes de diferentes escenarios hoteleros del país.
Hay que decir que por la frecuencia y los detalles de los hechos conocidos hasta el momento, es imposible llegar a la conclusión de que lo divulgado se trata de casos aislados, fortuitos e hijos de la casualidad en un subdesarrollado.
No es verdad, nada en el mundo se produce por generación espontánea o por obra y gracia del Espíritu Santo; alguien planifica, organiza, gestiona y finalmente se beneficia.
Por lo tanto a este tipo de situaciones hay que actuarle con más celeridad, con ánimo y pensamiento estratégico, ya que es un sector muy sensible y competitivo en donde se mueven miles de millones de pesos e interactúan muchos intereses.
Eso deben tenerlo presente los actores y sectores que tradicionalmente han interactuado en ese mundo, el asunto es más serio de lo que se ve; de manera que no debe permitirse que la imagen del sector turístico de la República Dominicana la sigan deteriorando.
Es menester, que el Gobierno y sector privado, se pongan las pilas y no escatimen esfuerzos para salirle al paso a esos hechos que ya están haciendo daño a uno de los principales renglones sustentadores de la economía dominicana.