Con frecuencia nos enteramos de suicidios de pastores, sacerdotes y dirigentes espirituales cristianos. Como es de esperar, nos quedamos pasmados por esas inesperadas noticias; pues esos hechos, especialmente de devotos religiosos, causan dilema ético-moral, interrogante psico-social, incredulidad, decepción, suspicacia, y notablemente de manera impactante a los creyentes de la fe cristiana.
Las investigaciones de los profesionales señalan la dura realidad de los sacerdotes y pastores que se envuelven de tal manera en sus funciones atendiendo a todos a su alrededor, pero son negligentes con su propia salud física, espiritual y emocional.
El suicidio es el acto por el que una persona, de forma deliberada se provoca la muerte. Es uno de los males que más conmueve a los seres humanos de la Civilización Occidental, ya que es considerado bochornoso, que avergüenza a los familiares, muestra deficiencia en la fe, evidencia inestabilidad emocional, ausencia de fortaleza espiritual, y es un problema ético-moral-social que lastima a la comunidad en general.
Son muchos los fieles cristianos que se conmueven y se entristecen, consternados y contraídos por las continuas noticias de muertes autoinfligidas de hombres y mujeres que se consideraban almas piadosas de indubitable fe y consagración.
Era tradicional que los cristianos consideraran que cometer auto inmolación, era por impulso diabólico. Quien cometía ese vergonzoso acto, se iba ipso facto al infierno, porque no tenía fe, era farsante, ya que violaba el precepto moral de “no matar”; por tanto, el acto de quitar su propia vida era considerado como homicidio e imperdonable pecado.
Los avances de los estudios del comportamiento de los seres humanos, las ciencias sociales, y en particular, la siquiatría/sicología, comenzaron a afirmar que el suicidio es debido a trastornos mentales, tales como síntomas mixtos de: locura transitoria, alteración emocional, extrema ansiedad, depresión, impulsos causados por vergüenza, venganza, desengaño, pérdida de la fe, desgaste de la esperanza, estado de sentirse rechazado, o de no ser amado, o saber amar. Pero también es de notar que un número considerable de los que se privan de su propia vida, son descendientes de parientes de tendencia suicida.
Para los religiosos de la fe cristiana, la persona que cometía suicidio perdía toda posibilidad de ser parte de la comunión de fieles, y se le negaba el ritual del entierro eclesiástico; y de no morir, la persona por sí mismo, era excomulgada, por la fracasada intención.
El muerto por suicidio, era enterrado en un lugar aparte en el cementerio, y de forma diferente a la tradicional. Entre muchos cristianos, aún perdura la consideración de las causas que inciden al suicidio, como diabólicas, inmorales y atentatorias a la voluntad de Dios; más sin embargo, se está poniendo atención a las causas que infligen en el suicidio, y son notables algunos cambios en la mentalidad de los observadores y estudiosos de esta irritante cuestión.