El interés inusitado del Departamento de Estado de los Estados Unidos por el proceso electoral dominicano ha comenzado a inquietar a distintos sectores de la sociedad dominicana. Y no es para menos.
La chispa que encendió la pradera es la más reciente ¨colaboración¨ realizada por la embajada Norteamericana, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de aprobar unos fondos para la Junta Central Electoral (JCE).
Esta situación ha generado tanta inquietud entre amplios sectores sociales y políticos, que se hace impostergable que periodistas y observadores del acontecer nacional aborden el tema. En ese sentido, pasamos a plantear nuestra opinión.
Esta decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través de su embajada en la República Dominicana, de disponer apoyo al proceso electoral dominicano de febrero y mayo obedece a varias razones fundamentales. Paso explicar.
En primer lugar, Los Estados Unidos ya tienen información confirmada a través de sus soportes ideológicos criollos de que en la actual coyuntura política hay algunas fuerzas políticas y sociales que están dispuestos a lo que sea.
En segundo lugar, se han dado cuenta a través de diferentes informes que les llegan y los que ellos levantan a través de sus múltiples instancias que tienen a su servicio en este país, que hay una intención manifiesta de ciertos sectores de hacer abortar las próximas elecciones.
En tercer lugar, es quizás lo más preocupante para el Departamento de Estado de Estados Unidos, el estado de agitación social a que está sometida la sociedad dominicana, lo que le conduce a pensar que de continuar ese camino se perderá la paz social y la democracia. Y ellos no quieren eso. No quieren otra Venezuela, Bolivia, Chile, Nicaragua, Cuba, en América.