Santo Domingo: – Grease es uno de los dos grandes proyectos teatrales dominicanos de 2023, junto con Juana la Loca (Guillermo Cordero) pero este proyecto no es un musical como tal, por lo que tienen que ser considerados como expresiones diferentes al momento de su evaluación.
Escenográficamente basado en el manejo de la luz, aporta actuaciones memorables, con algunos fallitos por los efectos de la “primera función” en teatro, danza y canto, Grease ofrece una experiencia es plena.
Este musical pudo haber sido solo un impecable y novedoso proyecto escénico de teatro musical que ocuparía en su momento la atención de los cronistas de arte para reconocer su montaje.
Pero ese enfoque es limitado y perecedero. Cualquiera de las formas del arte, evoluciona el mirar esencial, permite perspectivas que superan la necesidad de entretenimiento, porque en algún punto se entroncan con fuerza, capacidad de trabajo, talento y sentido de trascendencia artística.
Han pasado ya muchos años desde el 2026 cuando que el director y productor musical, Amaury Sánchez, se decidió a presentar el primer musical franquicia internacional (La Bella y la Bestia), que vimos en la sala principal del Teatro Nacional y que desarrolló una temporada de 21 funciones a casa llena. Desde entonces ha producido, con éste, 25 musicales, todos de notable perfil artístico.
El proyecto supone mucho más en función de que ha mostrado el dominio técnico y artístico del género teatral, que demanda mayor esfuerzo, preparación logística, de notables objetivos técnicos, de su sentido de respetar la historia original, de reproducción fiel, de época.
El montaje logra eso y aporta el sello de la creatividad local en función tanto de los talentos actuantes como de sus elementos que sustentan técnicamente lo presentado: universo de sonido, escenografía digital, sus efectos especiales, utilería que establece precedentes, carisma personal de los intérpretes.
Grease nos recupera por la fortaleza de la música en vivo, desde la batuta de Sánchez, nitidez de sonido que se mantuvo sin fallos en toda la presentación, el balance de las voces de los solistas, el increíble ritmo y dinamismo de las coreografías, de pasos gráciles, oportunos y penetrantes a la mirada del espectador, el respeto por la historia general (que fue variada por la conocida versión de cine (Vaselina, 1978, Randan Kleiser).
Actuaciones y dirección
La visión general del trabajo la imprime Sánchez, quien se asegura de contar con un equipo especializado en coordinación de voces, dirección teatral, coreografía La entrega histriónica de los protagonistas se agradece por la carga de gracia, acierto, sincronización en sus canciones, solos y coreografías: Javier Grullón, Tenchy Fatule, Gabriela Gómez, JJ Sánchez, Karla Fatule, Juan Luis Espinal, Luis Armando, Sofía Reyes, Máximo Martínez (espectacular con sus dos breves actuaciones), Roger Manzano, Francesca Yarull, la intervención cargadas de gracia y acierto escénico de la maestra María Castillo (con foto que no le hace justicia), Kenny Grullón, la relativamente facilista participación de Juan Carlos Pichardo, Juanma García (sorprendente) y María del Mar.
El rol de la dirección teatral, a cargo de una Indiana Brito que no se agota en su capacidad de sorprendernos, es en este proyecto mayor, admirable: sabe manejar sus recursos, apunta el movimiento escénico oportuno, aun cuando debió controlar algunas (no muchas y controlables) sobre actuaciones.
Técnica audiovisual, utilerías y efectos
Grease, en el plano técnico, está basado en un manejo de luz, en un universo de iluminación y sombras que bien merece el estudio de los que se dedican a al montaje escénico de alto formato.
Era un desafío enorme, asumir una versión local de un espectáculo que expone tantos ambientes (el escolar en sus diversos aspectos, guardadores de útiles, oficinas, salas, cancha, además del ambiente de playa, el nocturno de las casas, y en especial, la carrera de vehículos, la cuidada utilería de apoyo, además de su dirección de arte, la reproducción de la época (vestuario, peinados, accesorios), se pueden dar como una prueba altamente superada.
Paola González fue responsable y atenta al proceso de conducir, afinar y adecuar las voces a las canciones interpretadas y sale con el orgullo de haberlo hecho con criterio. Estuvo en los controles en la parte final de la platea, supervisando cada detalle de acuerdo a su plan de desarrollo vocal.
Yeimy Diaz, en tanto escenógrafo, en coordinación con la dirección teatral de Brito, vuelve a sorprendernos al apuntar uno de los aspectos mejor manejados es la gestión del espacio escénico, aprovechado con inteligencia, extendiendo los parámetros formales para entrar en el juego de la imaginación rompiendo las referencias limitadas del ámbito.
Las oportunidades en que se rompe la lógica del espacio, se logra llevar la gente a la percepción de ámbitos nuevos. Apuntar el valor del aporte de Camilo Landestoy, codirector y regiduría, que muchas veces opera bajo una presión incluso superior a la de otros roles ejecutivos.
Pablo Pérez, coreógrafo de amplia experiencia y sentido de lo que tiene entre manos, aporta uno de sus mejores proyectos danzarios al imprimir fuerza, colorido, precisión y sentido contagioso y preciso de sus bailarines.
El rol del patrocinio
El tratado es un proyecto logísticamente caro, carísimo, por lo que ha sido fundamental el apoyo de empresas públicas, privadas e instituciones que dieron el respaldo tratando de cubrir las demandas de recursos para una aventura logística de este nivel. Un proyecto de este nivel, no llega a escena sin ayuda especial desde ejecutivos sensibles al tema de cultural y sus necesidades.
Para el caso de Greasse, el patrocinio principal parece estar compartido entre Banreservas e Industrias San Miguel (Kola Real y otras marcas), además del copatrocinio de otras empresas que gustosamente dijeron “sí” a la propuesta: Taco Bell, Pizarelly, So Danca, Rico, Drink Hunters, Importadora JJ, Milex, Coimtra y La Coqueta.
El programa de mano, a nuestro gusto, lo encontramos pequeño e ilegible en partes en que los textos pequeños sobre fondos negros, tornan incómoda y casi imposible la lectura. El tamaño debió ser el doble del editado.