Por Robert Vargas
Estoy completamente seguro de que esta nota provocará algunas ronchas, pero solo a los delincuentes que se escudan en el periodismo para cometer sus fechorías.
Al resto de las personas, quizás ni le importe lo que les voy a plantear, pero ojalá que lo lea y se interesen los estudiantes de Ciencias de la Comunicación Social que aún no han ingresado a esa larga lista perversa de miembros de la prensa con típicas actuaciones propias de delincuentes, extorsionadores… chantajistas.
Sin embargo, quiero llamar la atención a líderes sociales en todos los niveles para que aprendan a leer noticias y a descubrir cuando tienen frente a ellos a uno de esos bandidos o bandidas que desdicen bastante de esta profesión.
Para quienes lo desconocen, les informo que aún soy Secretario de Educación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, (SNTP); además de periodista con 29 años de ejercicio ininterrumpido, soy un maestro de escuela jubilado desde hace unos cinco años orgulloso del progreso de muchos de mis alumnos, no tanto de otros.
También que, durante diez años estuve formando fotógrafos comerciales y de prensa, que son mi orgullo.
Dicho esto, vamos a desarrollar el tema tratado en el título
Ayer en la tarde visité la funeraria GRESEFU en la avenida las Américas casi esquina Sabana Larga, donde era velado el cadáver de la madre del dinámico reportero y colaborador de Ciudad Oriental Darwin Féliz Matos.
Allí me encontré con varios amigos que trabajan en la prensa. Uno de ellos es un periodista con casi 40 años de ejercicio y otro es el Director de Comunicaciones de uno de los Ayuntamientos del Gran Santo Domingo.
Como es natural entre periodistas, brotó el tema de la corrupción, esta vez salpicado de los detalles de una serie de hechos delincuenciales perpetrados presuntamente por miembros de un equipo de prensa de un popular informativo de la televisión.
Un día antes alguien me había comentado algo sobre eso, pero creí que era “un relajo”.
Sin embargo, parece que se trata de una verdad tan grande como el pico Duarte.
Me comentaron algunos amigos que cierta periodista que ha logrado renombre en el reporterismo de la capital, se habría asociado con otros compañeros de labores para integrar una asociación de malhechores que tenía como sus víctimas preferidas a funcionarios.
De acuerdo con el relato, estos seleccionaban a su víctima, preparaban un vídeo con una presentación totalmente profesional, perfectamente editada, presentada y musicalizada colocando a la víctima como el objeto de una supuesta averiguación que lo pondría contra la pared ante la sociedad si ese programa especial salía a luz pública en televisión nacional abierta.
Luego buscaban a su víctima y le presentaban el vídeo que ellos mismos habían preparado, al margen de la dirección del informativo para el que trabajaban.
Le planteaban a sus víctimas que “eso va a salir tal día, pero nosotros podemos evitar que sea publicado a cambio de “una fuerte suma de dinero.
Según la narración, parece que algunos funcionarios cayeron en el gancho y pagaron el chantaje.
Esa cadena de chantajes llegó a su fin cuando, agregan, le hicieron lo mismo a un funcionario, quien fue directamente a la dirección del medio a reclamar.
No cedió al chantaje.
Según la explicación, los ejecutivos del medio reaccionaron asombrados y negaron toda relación en el timo.
Reaccionaron ellos pidiéndole a la víctima del chantaje que le siguiera el juego a los delincuentes que, ciertamente eran empleados del medio, vale decir periodista, camarógrafo y editor, según los distintos relatos.
Y así lo hicieron, pero antes la dirección del medio habría informado de lo sucedido a la Policía Nacional y al Ministerio Público para que se integraran en la investigación y el desmantelamiento de esta banda.
Así, agregan, llegado el momento, el funcionario acordó con el equipo de extorsionadores hacerles el pago para evitar que ese reporte especial fuera publicado.
Y, tal como lo planearon la dirección del informativo, la Policía y el Ministerio Público, cuándo la víctima procedía a hacer la entrega del dinero exigido y los delincuentes a recibirlo, ahí mismo llegaron los agentes policiales, el ministerio público y el equipo de televisión del medio para el que los delincuentes trabajaban.
Todos quedaron al descubierto.
Los atraparon con las manos en la masa.
Sin embargo, fueron extremadamente benévolos con el grupo: simplemente los obligaron a firmar sus respectivas denuncias y no los imputaron de cargos.
He conocido que la periodista que integraba la presunta banda ya tiene trabajo en un noticiario de un canal que transmite en UHF y anda por ahí como si nada. A ella le encanta entrevistar a los detenidos como si ella fuera un fiscal, no una periodista y, al final, miren los resultados.
Presten atención a este detalle
La complicidad es tan grande, que ese expediente ni siquiera llegó a ser elaborado para imputarlos de cargos. Barrieron para adentro.
Este hecho habría ocurrido en la capital y en él estaban integrados personal de un informativo de amplísima difusión y credibilidad.
Ocurre que en la fuente informativa en que la periodista de marras cubría se ha formado una especie de asociación que prohíbe a sus socios informar por cuenta propia de los hechos noticiosos que ellos cubren.
Se planifican al margen de la las direcciones de los medios para los cuales trabajan.
Toman de pendejos a las empresas y hacen una empresa dentro de otra empresa.
Quizás usted ha observado que va de un canal o periódico a otro y ve la misma noticia, con el mismo concepto, la misma matriz de información y casi con las mismas palabras.
De lo que se trata es de lo siguiente: esa asociación, que parece estar liderada por un periodista de uno de los matutinos más viejos del país, tiene prohibido que sus socios se den “palos informativos”, o sea, que las investigaciones que hace el miembro de la pandilla sobre un hecho que interese a la comunidad, debe ser socializado primero entre ellos, definen la forma en que tratarán la noticia y solo después se lo comunican a la dirección del medio.
Así las cosas, todos dicen exactamente lo mismo y, entre ellos, se ponen de acuerdo para definir matrices de información perjudicando o beneficiando a alguien, según sus intereses particulares.
Los periodistas que no se someten a ese régimen, son satanizados.
Por tanto, los directores de medios deberían prestar más atención a lo que hace una parte de su personal.
Otro detalle
Me comentaba uno de los amigos con los que conversé ayer en la funeraria, que él ha desistido de convocar a ruedas de prensa porque, en caso de hacerlo, deberá tener en el bolsillo una buena cantidad de dinero para repartirla entre periodistas, camarógrafos y los choferes de los medios que van a cubrirla.
Si no hay dinero, no hay publicación y, si lo publican, entonces lo colocan en una esquinita y muchas veces tergiversado. Para los encargados de prensa de instituciones oficiales es un verdadero dolor de cabeza tener que organizar un encuentro con los medios porque la mayoría de los que van quieren que les den dinero. Ahí mismo y en efectivo ¡Es un desastre!
Es por ese motivo que muchos políticos y funcionarios se les esconden a los periodistas, fotógrafos y camarógrafos.
Una vez un diputado me comentó que cuando ve un equipo de reporteros que se le acerca se asusta porque sabe lo que al final le exigirán.
Incluso, quienes organizan ruedas de prensa en un popular restaurante del área metropolitana de Santo Domingo saben perfectamente que deben tener un furgón de dinero para repartirlo a todos los que vayan a cubrir su actividad.
Otro detalle.
Uno de los amigos con quienes conversaba ayer, veteranísimo periodista él, me comentó que “la culpa de esa situación la tienen los dueños de los medios porque pagan muy bajos salarios”.
Esa es una explicación estúpida y pendeja, desde mi punto de vista.
En caso de aceptar esa justificación, entonces tendríamos que admitir como bueno y válido que cada policía o militar sea un asaltante porque recibe un salario muy bajo.
O que cada bombero se dedique a robar cuando va a apagar un incendio; o que un paramédico le robe a la víctima de un accidente cuando le asiste, etcétera.
Lo peor
Observen que la mayoría de los trabajadores de la prensa no quieren sindicalizarse para entablar reclamos legales frente a los patronos. Solo quieren al sindicato cuando están en problemas para que los defiendan.
Solo entonces miran hacia el sindicato y hacia el Colegio Dominicano de Periodistas.
Algunos hasta se despachan convocando ruedas de prensa en el local de estas instituciones, a las que nunca miran.
Cada uno de ellos prefiere buscar una solución individual a sus problemas.
Unos lo hacen trabajando durísimo; otros son finos chantajistas y otros son brutales y rústicos.
Los finos, se convierten en súpermillonarios; los rústicos son los peseteros.
Sin embargo, estos dos tipos de delincuentes insertados en la prensa son altamente perversos y le hacen tremendo daño al periodismo.
Y finalmente:
-“A quien le pique, que se rasque”.
-¡Ah Caray!
Me olvidaba decirles que me he enterado de que un responsable de una importante Dirección estatal se proponía sanear las finanzas de la institución que fue puesta a su cargo por el Presidente Danilo Medina, pero se ha encontrado con un enorme problema: en nómina habría encontrado unos ¡400 periodistas! a los cuales no se atreve a despedir porque de inmediato “lo hunden” en los medios.
¿Cuál diferencia existe entre este tipo de delincuencia y la perpetrada por asaltantes a mano armada?
Ahora sí:
-“A quien le pique, que se rasque”.
FUENTE: ciudadoriental.com