Por Melvin Matthews
Hugo Beras, un hombre de brevísimo historial político, emprendió una apresurada e irreflexiva carrera tras la Sindicatura del Distrito Nacional, y la desafiante realidad le ha dado en pleno rostro llevándolo a renunciar a la candidatura municipal del PRD, porque, sin bagaje alguno, su aspiración meteórica a pocos impactó, y en una maniobra de indudable traición, dio el salto del tránsfuga hacia el PRM.
Pero tuvo la osadía de envolver su fracaso dentro de un torbellino mediático, con el cual pretende justificarse y disimular la desagradable marca traidora que arroja su deserción hacia el PRM, dándole la espalda, a trece días de los comicios municipales, al PRD, a sus electores, y particularmente a su líder, Miguel Vargas, quienes le han tratado con esmero en los encasillados político, económico y organizacional, según Janet Camilo, la ministra de la Mujer y alta dirigente del perredeísmo.
El historial brevísimo de Beras, un comunicador y vendedor de autos, es el siguiente: ingresó a la política en febrero del 2015 cuando se inscribió en el PRD. En 2016, Vargas asume el Ministerio de Relaciones Exteriores y lo nombra en la Dirección de Comunicaciones; dos años después Beras dimite y anuncia su aspiración a la Alcaldía de Santo Domingo, iniciando la aventura que culminó con la estocada traicionera al PRD, que aviva las aspiraciones del PRM.
Lo que Beras dice para justificarse es pura cantinflada: (SIC) “Al igual que en todo cuanto acontece en la vida del ser humano, la política se nutre de realidades, al día de hoy cuando he decidido deponer mis aspiraciones a la Alcaldía del Distrito Nacional, estoy convencido de que nunca es más cierto el principio de que en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven”.
Pero la traición enreda el verbo.