Finalizada la batalla de El Memiso del 13 de abril de 1844, el general Antonio Duvergé le dio prioridad a curar precariamente a los heridos, sepultar con dignidad a los caídos y darle de comer y beber a la tropa en una condición de escasez abismal.

A simple vista ese no era el problema mayor para él. También, lo era organizar el regreso de la tropa a la ciudad urbana de Azua, con la importante moral en alto. Cuando hizo inventario de rigor de los combatientes que habían caído en defensa de la soberanía de la Patria cayó en depresión que no le fue posible ocultar. Fue en ese momento del estado depresivo del general Duvergé; cuando el Coronel Vicente Noble, lo abraza y le dice: «VIVA LA PATRIA».
La ruta para reecontrarse con la familia en el pueblo de Azua, tampoco era tarea fácil; a pesar de que los combatientes haber tenido la experiencia de haberla transitado de manera ascendente para estratégicamente combatir victoriosamente en El Memiso.
Se valora de sublime la escena que se produce en la familia, cuando uno de sus miembros retorna a su casa del campo de batalla. Por la distancia que hay de casi 40 kilómetros de difícil acceso de la comunidad El Memiso a la zona urbana de Azua, no menos de tres días se toma un grupo de hombres armados con material bélico encima.
El camino seguro y por tanto táctico, era tal como se hizo, descender para celebrar el triunfo y la vida de cada soldado que regresó a su hogar con ella, por el paraje de nombre Cañada Cimarrona y empalmar con los territorios entre los poblados Las Charcas y Estebanía para por el cerros Los Cacheos, con la delicia de escuchar el canto de las aves, entrar a su deseada Azua.
Al arribar al caserío que era Azua de ese entonces, la sorpresa grande para la tropa dominicana, fue ver con sus propios ojos su ciudad destruida, por el incendio que desgraciadamente provocó el ejército haitiano ya en desbandada. Entre las escenas tristes que se produjeron fue cuando cada combatiente de regreso, buscaba a su familia para el reencuentro con ella y no la encontraba. Entonces se resalta la dolorosa escena del célebre soldado oriundo de Azua, con fama de guapo, de nombre Genarito Sención, quien se fue en llanto cuando al entrar a su casa en busca de su madre, un vecino le informó que ella había muerto por causa del incendio que provocaron los haitianos. Los hombres de la calidad de madera del soldado Genarito, también lloran.
En Azua cuenta la leyenda donde se resaltaba la valentía de Generarito. El dicho era: «Tú eres más guapo que Genarito”.