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Editorial de Le Nouvelliste: La FAd’H, la República Dominicana y Haití 

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Cada vez que una situación tensa entre Haití y República Dominicana aparece en los titulares, los espíritus tristes recuerdan que si tuviéramos un ejército, las cosas no habrían sucedido así.

Cada vez, las mentes lúcidas les recuerdan la masacre de 1937 en las horas más calurosas de la historia reciente, los hombres de armas de ambos países nunca llegaron a los golpes ni a las armas. Siempre aceptan en detrimento de la población civil. Mientras el presidente Jovenel Moise re movilizaba las Fuerzas Armadas de Haití (FAd’H) al reconstituir el alto personal con oficiales que habían dejado que la institución muriera en 1995 sin rebelarse contra los sepultureros de todos los lados del FADH, él es hora de recordar que las armas no garantizan nada en términos de las relaciones entre los dos pueblos que comparten nuestra isla.

En el mejor de los casos, sería necesario lograr el equilibrio del terror para que «la dialéctica de las armas reemplace al arma de la dialéctica». Pero durante mucho tiempo, Haití prefirió la diplomacia al sonido de las armas. En 1985, según las estadísticas disponibles en el sitio web del Banco Mundial, las fuerzas armadas dominicanas ya tenían 22,000 hombres contra 6,900 para Haití, al mismo tiempo. Mientras nuestros vecinos actualmente suman 71,000 hombres (2015) bajo la bandera, estamos hablando de la reubicación de un ejército de 1,500 a 2,000 hombres. El desequilibrio es tal que uno puede preguntar: ¿un ejército, por qué hacer en el caso de Haití?

¿Qué pueden hacer esas pequeñas fuerzas armadas haitianas mejor que la Policía Nacional de Haití o la protección civil, o los servicios de la Secretaría de Estado de Seguridad Pública, o los brigadistas del Ministerio de la Juventud y los Derechos Humanos? Deportes, o el Centro Nacional de Equipos, o el Ministerio de Salud Pública?

¿Un ejército para monitorear nuestras fronteras? La PNH acaba de lanzar la Policía Nacional de Fronteras de Haití (POLIFRONT). Un ejército para construir caminos? La Caravana tiene como objetivo proporcionar al Departamento de Obras Públicas las ambiciones y los medios para hacerlo. Un ejército para la salud? Este no es el papel de los militares en ningún país. ¿Un ejército para defendernos cuando la República Dominicana nos asusta? El FADH nunca ha podido tranquilizarnos en este asunto.

Los Estados Unidos de América, mejores amigos de nuestras fuerzas armadas en todas las categorías, recordaron recientemente a las autoridades haitianas: un ejército sin misión es un taller de demonios. Hoy, más que ayer, debemos tener esto en cuenta cuando las charreteras vuelvan a tomar alojamiento en el Champ de Mars desalojando al Ministerio de Cultura y Comunicación. Un símbolo completo, ¿no?

FUENTE: Le Nouvelliste