Por Alberto Quezada
El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido, y para los valientes, la oportunidad.
Uso esta frase del novelista francés Víctor Hugo para en medio de toda ésta construcción de discursos pesimistas, augurios de cataclismos sociales y políticos y proyecciones de colapso, implorar a todos los dominicanos y dominicanas colocarse en la última parte del pensamiento arriba señalado.
Es cierto que la carga es pesada, que la existencia se torna amarga e irresistible, que el ambiente social asfixia, aniquila, derrota, desconcierta, pero siempre debe visualizarse la oportunidad como respuesta.
En medio de todas estas carencias de valores, escrúpulos, sinceridad, solidaridad personal y colectiva, es posible y necesario transitar el inexorable camino de la oportunidad.
No importa el absurdo de la globalización, la mutilación de nuestra identidad nacional, el cambio de lo espiritual y emocional por lo material, eso no importa; es imprescindible soñar de que es posible lograr la oportunidad.
Pueden decir que lo criollo no sirve, que los políticos son vendettas, que nuestras mujeres son de vida alegre y que nuestra juventud es una partida de vagos y malcriados y aun así hay que seguir pensando en la posibilidad de la oportunidad.
Aquí algunos podrán seguir haciendo lo que le venga en ganas, manteniendo sus pactos de silencios, no pagar impuestos, doblegar la institucionalidad e irrespetar presidentes y ex presidentes y otras cosas más, pero aun así cabe la posibilidad del advenimiento de la oportunidad.
En definitiva, a pesar de los avatares, pensamientos y comportamientos inducidos por sectores nacionales y extranjeros, hay que seguir adelante como pueblo pensando siempre en esa oportunidad que algún día llegará.
Porqué ¨podrán cortar todas las rosas, pero no detendrán la primavera¨, como escribiera el escritor chileno y premio nobel de literatura, Pablo Neruda.